APOCALIPSIS CAPÍTULO 3. CARTAS A LAS IGLESIAS DE SARDIS, FILADELFIA Y LAODICEA.

5. Iglesia de Sardis. La iglesia que durmió espiritualmente. (Apocalipsis 3:1-6). La iglesia de Sardis era culpable de una sorprendente aridez espiritual. Al parecer⸴ la congregación había caído en la complacencia personal y había abandonado la responsabilidad de testificar de Cristo. Es probable que la mayoría de sus miembros sólo profesaran ser cristianos⸴ pero no habían nacido de nuevo. Sin embargo⸴ había un remanente⸴ que aunque pequeño⸴ era fiel al Señor. Las iglesias de hoy día⸴ deben advertir que no basta con tener el nombre inscrito en el libro o registro de una iglesia aquí en la tierra. Lo verdaderamente importante es tener la certeza de que⸴ por la fe en la persona del Señor Jesucristo⸴ nuestro nombre esté inscrito en el libro de la vida.
6. Iglesia de Filadelfia (Apocalipsis 3: 7-13): La iglesia perseguida. Esta iglesia⸴ era⸴ al parecer⸴ pequeña tanto en número como en influencia. A pesar de eso⸴ Cristo le anuncia que ha puesto delante de ella una puerta abierta. Esta puerta puede ser la oportunidad para que continuase dando testimonio a pesar de la oposición de los judaizantes. El reto a todos los que oyen o leen hoy es a recibir a Cristo como Salvador y habiéndolo recibido⸴ dar fiel testimonio del Señor. Esto confirmará su salvación y su posesión de la vida eterna con Dios.
7. Iglesia de Laodicea (Apocalipsis 3: 14-22) La iglesia rica materialmente⸴ pero pobre en lo espiritual. Era una iglesia tibia. No tenían interés en ser testigos de Jesucristo⸴ en vivir una vida de servicio para el Señor⸴ o en predicar y enseñar su evangelio para que avanzaran su iglesia y el reino. Auque tenían las Escrituras⸴ eran apáticos⸴ indiferentes y despreocupados en cuanto a las cosas del Señor. Cristo no tiene ningún interés en un cristianismo tibio⸴ porque no vale nada. Prefiere trabajar con personas que o arden de energía para hacer lo que les corresponde o que nunca han oído hablar del mensaje de salvación y están dispuestas a escuchar.
Es un deber de la iglesia llamar a los incrédulos al arrepentimiento⸴ advirtiéndole de las severas consecuencias de no hacerlo (Jonás 3:3-10). El Señor promete librar a su iglesia de los grandes juicios que vienen. Esa liberación no será una protección a través de la prueba⸴ sino una liberación que consistirá en sacar a la iglesia de la tierra antes que esos terribles sucesos tengan lugar. El propósito de la tribulación es someter a prueba al mundo incrédulo⸴ no a la iglesia.