Devocional 2016-05-15
EL DÍA DE PENTECOSTÉS
Cuando llegó el día de Pentecostés⸴ estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba⸴ el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas⸴ como de fuego⸴ asentándose sobre cada uno de ellos. Hechos 2:1-3
Ya habían pasado algunos días desde la ascensión del Señor. Su promesa⸴como la del Padre⸴ iba a cumplirse: “Juan ciertamente bautizó con agua⸴ mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días” (Hechos 1:4-5).
En forma de “lenguas repartidas⸴ como de fuego”⸴ el Espíritu Santo⸴ persona divina⸴ descendió a la tierra y se posó sobre cada uno de los discípulos. Seguidamente su poder se manifestó en ellos: tuvieron la capacidad para expresarse en idiomas que no conocían. Así Dios remedió en gracia la maldición de Babel y confirmó a todos que
La fiesta judía de pentecostés atraía cada año a Jerusalén una considerable muchedumbre de israelitas esparcidos por todas las naciones. Esa concurrencia ofreció la oportunidad para tener la primera gran reunión de evangelización. ¡Cuántos motivos de admiración para esa multitud! Cada uno pudo oír hablar en su propia lengua “las maravillas de Dios”. Y los que las presentaban eran unos “galileos” sin mucha instrucción (comp. 4:13 y Juan 7:15). No es necesario pertenecer a una elite ni haber realizado ciertos estudios para ser siervo del Señor. Depender de él y someterse a la acción del Espíritu Santo son las principales condiciones requeridas. ¡Que cada uno de nosotros pueda cumplirlas!
Tres mil personas fueron convertidas y bautizadas después de esa primera predicación.
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