Devocional 2016-08-23
DECADENCIA Y PROGRESO
No mirando nosotros las cosas que se ven⸴ sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales⸴ pero las que no se ven son eternas. 2 Corintios 4:16⸴ 18
Mi cuerpo me dice que estoy envejeciendo. Casi no puedo leer⸴ estoy algo sorda⸴ y en una conversación de grupo me siento aislada. Mi memoria también me falla… Sé muy bien que esta evolución es irreversible⸴ ¡nunca más volveré a tener las facultades que tenía cuando era joven!
¿Qué debo hacer? ¿Lamentarme sobre el pasado? ¿Ensimismarme⸴ desesperarme? ¡No! Soy cristiana y le pido a Dios que la disminución de mis facultades vaya acompañada de una relación más rica con él⸴ experimentada mediante una mayor confianza en él.
Le pido que me dé una fe renovada para discernir aquello que no veo⸴ la esperanza de estar con Jesús en la casa del Padre. Le pido que me permita reconocer cada vez mejor su voz⸴ en su Palabra o en cada situación de mi vida. También le pido que me conceda tener un recuerdo cada vez más vivo de la obra que el Señor hizo por mí⸴ de sus cuidados y de sus ayudas en el pasado.
El cristiano⸴ al tiempo que experimenta una decadencia física inevitable⸴ puede llegar a conocer mejor a Jesús como su Pastor⸴ su Amigo que lo comprende⸴ lo ayuda y lo recibe en el cielo por la eternidad. Entonces considerará las cosas presentes y visibles de una forma diferente. Su Salvador sostendrá su fe en medio de las dificultades relacionadas con el envejecimiento del cuerpo. Dios es quien “da esfuerzo al cansado⸴ y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas” (Isaías 40:29).
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