Devocional 2017-05-05
LA AUTORIDAD DE JESÚS
Yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió⸴ él me dio mandamiento de lo que he de decir⸴ y de lo que he de hablar. Y sé que su mandamiento es vida eterna. Juan 12:49-50
Cuando estaba en la tierra⸴ Jesús hablaba y actuaba con autoridad. Impresionaba a las multitudes⸴ que decían: “Con autoridad manda aun a los espíritus inmundos⸴ y le obedecen” (Marcos 1:27). Sus palabras tenían un poder desconocido hasta ese momento. Podía curar las enfermedades mediante una simple palabra. Un oficial romano incluso le pidió: “Di la palabra⸴ y mi criado sanará” (Mateo 8:8). Este oficial no fue decepcionado: “Entonces Jesús dijo al centurión: Ve⸴ y como creíste⸴ te sea hecho. Y su criado fue sanado en aquella misma hora” (Mateo 8:13).
Su autoridad también fue perceptible en su enseñanza. “Les enseñaba como quien tiene autoridad⸴ y no como los escribas” (Marcos 1:22). Jesús no se apoyaba en tal o cual maestro de la ley para acreditar sus declaraciones. Simplemente afirmaba: “De cierto⸴ de cierto os digo”.
¿De dónde tenía esta autoridad? Los evangelios nos dan la respuesta. Jesús es más que un hombre excepcional. Es el Hijo de Dios; quiso acercarse a su criatura para salvarla del mal y de la muerte. Su autoridad se establecía de forma natural⸴ porque era Dios. Era visible en toda su vida⸴ su comportamiento⸴ sus palabras⸴ porque había venido a revelar a Dios el Padre: “Yo y el Padre uno somos” (Juan 10:30). Era el Enviado del Padre⸴ no para dominar⸴ sino para liberar; no para condenar⸴ sino para salvar a los que confiaban en él. ¡Esto todavía es cierto hoy!
¿Ha reconocido usted la autoridad de Jesús en su vida⸴ con confianza y sinceridad?
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