EL LAVATORIO DE LOS PIES

En Juan 13⸴ 4-11 leemos que Jesús lavó los pies de sus discípulos. Este incidente fue un medio para instruirle en varias verdades⸴ una de las cuales fue el no reconocer el peligro de la contaminación. Pedro no reconocía que estaba sucio y necesitaba ser limpiado.
En el Oriente no había⸴ en aquel tiempo⸴ carreteras pavimentadas⸴ sino montones de polvo por todas partes. Cuando alguien iba a un banquete⸴ o a una reunión social⸴ tenía que bañarse antes de salir de casa⸴ pero por el camino a la casa de su hospedador se ensuciaría los pies. Los pies llenos de polvo no eran nada agradable en una comida distinguida⸴ especialmente teniendo en cuenta que los comensales entonces no se sentaban a la mesa⸴ sino que se reclinaban sobre una alfombra. Así que era costumbre que un criado de la casa lavara los pies de todos los invitados.
En esta ocasión⸴ Cristo y sus discípulos habían venido para celebrar juntos la Cena del Señor⸴ la pascua final. Ellos no tenían esclavos⸴ y nadie querría la humillación de hacer de esclavo o criado lavando los pies de los demás. Así que el Señor mismo se quitó su túnica exterior⸴ se arremangó los brazos⸴ tomó una vasija de agua y empezó a lavarles los pies.
Todos tenían sus pies polvorientos⸴ todos estaban
sucios⸴ pero cuando llegó a Pedro⸴ éste objetó que ya estaba limpio. Leemos que Pedro dijo: ! No me lavarás los pies jamás !. ‘ Respondió Jesús: – Si no te los lavo⸴ no podrás ser de los míos. Simón Pedro le dijo: – i Entonces⸴ Señor⸴ no me laves solamente los pies ⸴ sino también las manos y la cabeza! (Juan 13⸴8-10 ).
Es un tremendo obstáculo a la madurez cuando nosotros pensamos que todo está bien⸴ que no necesitamos ninguna limpieza diaria por la Palabra de Dios y la sangre de Jesucristo. Lo que preocupaba a Jesús no eran los pies sucios de Pedro sino su corazón desafiante: ‘ ! Jamás permitiré que me laves los pies !’.
Lo que Pedro no sabía⸴ y tenía que aprender⸴ es que si no permitía a Cristo lavarle diariamente de sus contaminaciones⸴ de las impurezas de su mente⸴ de su corazón y de su alma⸴ que se acrecentaban con el tiempo⸴ a medida que andaba por el mundo⸴ podía no tener parte en la comunión con Cristo⸴ podía no traer fruto⸴ porque un vaso contaminado no puede contener y dispensar bendición.
El creyente tiene que acudir cada día⸴ gozosamente⸴ a los pies de Jesucristo y ser limpiado y restaurado. Lo interesante de este episodio de Pedro es que a pesar de su rebeldía tenía un corazón sincero y dispuesto o cambiar.