SANANDO EL CORAZÓN QUEBRANTADO.

El Salmo 147⸴3 dice
Él sabía lo que era tener el corazón quebrantado. Primero⸴ uno de sus amigos más íntimos lo traicionó y se lo entregó a las autoridades romanas. Después⸴ la misma gente a la que Él amaba⸴ la misma gente con la que había comido⸴ a la que había sanado⸴ liberado y bendecido⸴ comenzó a gritar: ‘ Danos a Barrabás el asesino. Crucifica a Jesús ‘. Aquella misma gente que Él amaba⸴ y que había caminado con Él⸴ era la que lo golpeaba⸴ lo escupía⸴ se burlaba de Él y lo llenaban de oprobio.
Entonces⸴ Pedro lo negó tres veces. Era como si su mejor amigo⸴ o su propio cónyuge lo mirara a usted⸴ y le dijera a otra persona: ‘ No lo conozco’. Jesús se sintió tal como nos habríamos sentido nosotros si nos hubiera sucedido.
Después⸴ quedó desnudo⸴ colgado de una cruz⸴ frente a su propia madre. Le habían arrancado la barba. Le habían puesto una cruel corona de espinas en la cabeza para burlarse de Él. Los salivazos le corrían por el cabello. Y encima de todo aquello⸴ cuanto pecado se haya cometido jamás – todas las mentiras⸴ todos los asesinatos⸴ todas las violaciones⸴ todas las películas pornográficas⸴ toda adición a drogas⸴ todo el holocausto de terror – cayó sobre Él⸴ el que nunca había pecado. Cargó con nuestros pecados y⸴ en ese momento⸴ Dios⸴ su propio Padre⸴ no pudo hacer otra cosa más que darle la espalda.
Su corazón fue quebrantado para que el suyo y el mío pudieran ser sanados. Por la sangre del Cordero⸴ nosotros hemos vencido las heridas de un corazón quebrantado. Jesús se convirtió en nuestro pecado⸴ para que nosotros no tuviéramos que pecar. Se convirtió en nuestra enfermedad⸴ para que nosotros no tuviéramos que estar enfermos. Se convirtió en nuestro corazón quebrantado para que no tuviéramos que tener el corazón quebrantado. Jesús vino a restaurarnos el gozo.
Nosotros no podemos sanar los corazones quebrantados; esto es algo que Dios ya ha hecho. A nosotros nos toca reclamarlo. Aunque usted haya caminado durante años con el corazón quebrantado⸴ Jesucristo lo quiere sanar y llenar de gozo por completo.