LA MUNDANALIDAD.
En el Antiguo Testamento⸴ la unción era un rito reservado para la separación de individuos⸴ consagración de profetas ( 1 Reyes 19⸴16)⸴ sacerdotes ( Éxodo 29⸴4-7) y reyes ( 1 Samuel 9⸴16) eran ungidos con aceite. Esta unción es un símbolo del bautismo de poder que todo siervo de Dios debe experimentar. En el Antiguo Pacto el Espíritu Santo operaba en algunos hombres para un momento especial. Tenemos el ejemplo de Sansón⸴ quien fue ungido por Dios para emprender confrontaciones serias y siempre fue un vencedor. Miles de filisteos fueron muertos para liberación de su pueblo. Pero cuando se siguen los deseos de la carne⸴ sucederá lo mismo que a Sansón. Una mujer de buen aspecto lo atrajo con más intensidad que los ideales de una vida santa. Postergó a Dios a un segundo plano y ocupó el tiempo en trivialidades⸴ hasta llegar a la ruina espiritual. Tenemos que ordenar nuestra vida de acuerdo a las exigencias divinas. En días de avivamiento no hay lugar para la indulgencia carnal. ‘
Podemos apagar el Espíritu Santo con la desobediencia; con la desconfianza; tratando de complacernos a nosotros mismos. Debemos de tener cuidado de no apagar el Espíritu en otras personas. Hay personas que se sienten acalambradas o heladas y hasta seducidas a no cumplir la voluntad de Dios⸴ no obedecer el santo llamamiento del Espíritu Santo⸴ atraídas por el descuido e influencia no santa de alguien que se titula amigo o amiga. ‘ Dios nos libre de la horrenda culpa de no sólo pecar⸴ sino inducir a otros a que pequen ‘.
Cristo no andaba con rodeos⸴ sino que exponía la verdad sin mezcla de error. ‘ El que no está a mi favor⸴ está en contra mía⸴ y el que conmigo no recoge⸴ desparrama‘ ( Lucas 11⸴23). ‘ El padre de ustedes es el diablo; ustedes le pertenecen⸴ y tratan de hacer lo que él quiere….. El que es Dios⸴ escucha las palabras de Dios; pero como ustedes no son de Dios⸴ no quieren escuchar’ ( Juan 8⸴44.47).
Cuando nos volvemos livianos y comprensivos con la carne ofendemos al Espíritu del Señor. El avivamiento es obstaculizado cuando nuestras prioridades no están en orden.