MALDICIÓN FAMILIAR

La Biblia enseña en Proverbios 18⸴21 que ‘ la vida y la muerte dependen de la lengua ; los que hablan mucho sufrirán las consecuencias’. La Biblia afirma la realidad de las maldiciones. Dios dijo que ÉL: ‘ por mil generaciones se mantiene fiel en su amor y perdona la maldad⸴ la rebeldía y el pecado; pero no deja sin castigo al culpable⸴ sino que castiga la maldad de los padres en los hijos y en los nietos⸴ en los bisnietos y en los tataranietos ‘ ( Éxodo 34⸴7). Hay personas que son muy crueles y violentas. En un programa de televisión presentaron una noticia acerca de una madre que mató a su propio hijo. Cuando investigaron los antecedentes de la madre⸴ descubrieron que ella había sido maltratada por su madre. Su madre no la había matado⸴ pero recrudeció al pasar de una generación a otra. La madre asesina tenía la misma debilidad que su madre y cuando los espíritus malignos la tentaron⸴ ella cayó en la tentación y llevó a cabo cosas aún peores que las anteriores. Cada vez que maldecimos estamos invocando un espíritu. Muchas de las personas que deben ministrarse en liberación son el resultado de las maldiciones vertidas por otras personas ⸴ en especial por los padres. Una de las maldiciones familiares más comunes es cuando abuelos⸴ tíos o padres entregan su descendencia a pedido del mismo Satanás. Lo que ellos no saben es en las tremendas consecuencias que esto les traerá. Toda clase de maldiciones generacionales engendran frustraciones y fracasos hereditarios que deben cortarse. Las maldiciones heredadas las hemos recibido incluso desde niños’ eres igual a tu padre ‘⸴ ‘ Siempre serás un burro ‘ ‘ No sirves para nada ‘⸴ ‘ Animal ‘. La palabra expresa autoridad. Dios hizo al mundo con la palabra. La palabra construye y también destruye. Es común escuchar a padres o hermanos decirles a los niños ‘ locos ‘ o’ tontos. A través de estas palabras invocamos espíritus demoníacos y atamos al niño. Las palabras atan. Algunas madres no se dan cuenta de esta verdad y sus hijos⸴ al crecer⸴ viven las consecuencias de lo que ellas les sentenciaron. He conocido a muchachos que han oído de bocas de sus madres decir : ¡ Por qué habrás nacido ! ‘ ¡ Para qué te habré traído al mundo !’. Estos jóvenes han quedado marcados⸴ hasta que encontraron a Jesús y pudieron hallar sanidad a estas heridas.