CREER SIN VER.

«¡Felices los que creen sin haber visto! (Juan 20⸴ 29). Ver a Jesús es⸴ en el Evangelio de Juan⸴ de capital importancia. Es la prueba evidente de que verdaderamente Dios se ha hecho hombre. Ya en la primera página del Evangelio encontramos el testimonio apasionado del Apóstol: ‘Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria’. Se siente cómo circula el grito de cuantos lo han visto⸴ sobre todo después de la resurrección. Lo anuncian María de Magdala: ‘He visto al Señor’⸴ y los apóstoles: ‘¡Hemos visto al Señor!’. También el discípulo que Jesús amaba: ‘vio y creyó’. El apóstol Tomás era el único que no había visto al Señor resucitado⸴ porque no estaba presente el día de Pascua⸴ cuando se le apareció a los otros discípulos. Todos habían creído porque habían visto. También él -así dijo- habría creído si⸴ como los otros⸴ hubiese visto. Jesús le tomó la palabra y ocho días después de la resurrección se presentó ante él⸴ para que también creyera. Al ver delante suyo a Jesús vivo Tomás estalló en esa profesión de fe que es la más profunda y la más completa nunca antes pronunciada en todo el Nuevo Testamento: ‘¡Señor mío y Dios mío!’. Entonces Jesús le dijo: ‘Ahora crees⸴ porque has visto’: También nosotros⸴ como Tomás⸴ querríamos ver a Jesús⸴ especialmente cuando nos sentimos solos⸴ en la prueba⸴ bajo el peso de las dificultades… Nos podemos reconocer de alguna manera en esos griegos que se acercaron a Felipe y le dijeron: ‘Señor⸴ queremos ver a Jesús’. Qué hermoso habría sido⸴ nos decimos⸴ si hubiéramos vivido en el tiempo de Jesús: habríamos podido verlo⸴ tocarlo⸴ escucharlo⸴ hablar con él… Qué hermoso sería que pudiera aparecerse también a nosotros⸴ como se le apareció a María de Magdala⸴ a los doce⸴ a los discípulos
Dichosos⸴ realmente⸴ los que estaban con él. Lo dijo también Jesús en una bienaventuranza que nos transmite el Evangelio de Mateo y de Lucas: ‘Felices los ojos de ustedes⸴ porque ven’. Sin embargo ante Tomás Jesús pronuncia otra bienaventuranza
:«¡Felices los que creen sin haber visto!»
Por otra parte⸴
aunque muchos de los primeros cristianos no habían podido ver a Jesús⸴ vivían esa bienaventuranza que también hoy estamos llamados a vivir nosotros. Por ejemplo⸴ en la primera carta de Pedro leemos: ‘Porque ustedes lo aman sin haberlo visto⸴ y creyendo en él sin verlo todavía⸴ se alegran con un gozo indecible y lleno de gloria⸴ seguros de alcanzar el término de esa fe⸴ que es la salvación’.